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¿Cómo surgió en usted la inquietud por la investigación científica?

Desde muy pequeño tuve la suerte de participar en las Olimpiadas Colombianas de Matemáticas, y descubrir que la matemática es una disciplina creativa, de una belleza profundísima, con muchas más preguntas que respuestas, y montones de cosas nuevas por descubrir. Desde los 14 años yo, que nunca me había montado a un avión, tuve la oportunidad de representar a Colombia en Suecia, Rusia, Turquía y Hong Kong, y me di cuenta rápidamente que la matemática te puede abrir muchas puertas que ni siquiera sabes que existen.
A los 16 años descubrí un teoremita de geometría que nadie conocía; no era gran cosa, pero la emoción fue enorme. Creo que ahí quedé enganchado, aunque me demoré mucho en entender que era posible (¡o deseable!) dedicarse a la matemática.

¿De qué manera incidió su familia en su disciplina al estudiar?

Su ejemplo fue la mejor enseñanza. Mi papá (ingeniero) y mamá (socióloga) nunca nos dijeron qué hacer ni cómo hacerlo. No era su estilo de educación, y además creo que andaban demasiado ocupados trabajando para prestarle mucha atención a nuestros estudios. Pero tuve el lujo de crecer con dos personas apasionadas y enamoradas de su trabajo, con una energía aparentemente infinita para tratar de mejorar las cosas a su alrededor.

¿Dónde transcurrió su infancia?

En Bogotá, con viajes frecuentes a Bucaramanga a visitar a la familia.

¿En qué colegio estudio?

En el Colegio San Carlos de Bogotá.

¿Cree usted que el colegio jugó un papel importante en su desarrollo profesional?

En Colombia (y no sólo en Colombia), estudiar en un colegio como el mío te abre todas las puertas; las mismas puertas que se te cierran si estudias en un colegio menos prestigioso. El lema de mi colegio era "lo mejor para los mejores", y nos enseñaron que nos merecíamos y podíamos lograr lo que quisiéramos. Nunca me sentí muy cómodo con esa enseñanza, pero estoy seguro de que ayudó a darme la confianza necesaria para enfrentarme a problemas difíciles.
No quiero parecer ingrato; tuve profesores y un rector (el célebre Padre Francis) excelentes, que me apoyaron enormemente en mi desarrollo académico, me ofrecieron una gran flexibilidad para enfocarme en lo que más me interesaba (el billar, con preocupante frecuencia) y tuvieron la generosidad de explicarle mis mediocres calificaciones a mi universidad para que me recibieran.
Creo que la lección profesional más importante que le aprendí a mis papás y al Padre Francis es esta: Si uno encuentra las puertas abiertas, uno tiene la responsabilidad de mantenerlas bien abiertas para los demás, e invitarlos a entrar.
Suena fácil, pero no siempre lo es. Casi siempre hay resistencia.

¿Cuál fue su materia favorita en el colegio?

La verdad es que no disfruté mucho el colegio. Mi clase favorita era educación física. Era la más difícil. Nunca olvido un examen en tercero de primaria donde la calificación era el número de cabecitas que uno hiciera sin dejar caer el balón. Estudié un montón, y saqué 9 -- es la nota de la que estoy más orgulloso en toda mi historia escolar. A esos profesores implacables les debo que sé bajar un balón, devolver una pared, y patear con las dos piernas.

¿Cuál fue la materia que más dificultades le dio en el colegio?

Muchas. Tuve algunos profesores en ciencias, artes, y humanidades que me mostraron cosas fascinantes, pero yo nunca he tenido mucha disciplina para hacer lo que me digan. La independencia intelectual es un prerequisito para ser un buen científico, pero creo que la llevé demasiado lejos.

¿Si no hubiera sido matemático, qué otra cosa hubiera estudiado?

A veces pienso hacer una segunda carrera en etnomusicología. Siempre me ha fascinado estudiar cómo la música viaja, crece y evoluciona, y cómo refleja y transforma la realidad social que la rodea.

¿Cuándo supo que lo que quería estudiar era matemáticas?

Me demoré. Traté de interesarme por la filosofía (me pareció demasiado lógica), la ingeniería (demasiado difícil), la física (demasiado abstracta). Siempre me ha gustado la música pero nunca he tenido la disciplina necesaria. Al final tuve que aceptar que lo que siempre me había gustado era la matemática.

¿Cuáles fueron sus opciones para escoger su carrera universitaria, su universidad y su campo de investigación?

Un amigo me convenció de que nos postuláramos a una universidad gringa que se llamaba MIT. Yo no la conocía; sólo sabía que financiaban a cualquier estudiante que recibieran. Si hubiera sabido que era una universidad tan selectiva, no sé si me hubiera presentado. Terminé estudiando mi pregrado y mi doctorado allá; fue una experiencia sin igual. Así aprendí a postularme a cosas que estoy seguro que no me voy a ganar; por ejemplo, este Premio Nacional de Ciencias 2015.
Mi campo de investigación es la combinatoria. Era la rama de la matemática que más se me dificultaba. En mi último año de pregrado en MIT tomé dos cursos de combinatoria increíbles, brutalmente difíciles, con los profesores Richard Stanley (mi futuro asesor, uno de los fundadores de la combinatoria moderna, y un matemático de una originalidad impresionante) y Sergey Fomin (un investigador brillante que fue profesor de colegio, y te sabe explicar la teoría más compleja de la manera más transparente posible). Supe inmediatamente que eso era lo que tenía que estudiar.

¿Tuvo que sortear algún obstáculo para comenzar, continuar o terminar sus estudios?

Durante mis estudios, tuve el enorme privilegio de poder dedicarme exclusivamente a estudiar. Es un lujo que pocos tienen; vivo agradecido por eso.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Pensar en cómo apoyar a mis estudiantes, casi todo el tiempo. Me temo que me he vuelto la persona obsesionada con su trabajo que nunca quise ser.
Mi proyecto principal por fuera del trabajo se llama La Pelanga, un colectivo de DJs basado en Oakland. Una madrugada en Cali con mi esposa May-Li y el novelista Daniel Alarcón, durante el Festival Petronio Alvarez 2008, decidimos armar una fiesta donde pudiéramos poner música de Nidia Góngora y del Grupo Saboreo, poner champeta criolla y africana, poner a Joe Arroyo y a los haitianos a los que les robó las canciones originales. Siempre ando buscando vinilos viejos en mercados de las pulgas, averiguando qué sonidos nuevos se está inventado la juventú, y compartiendo lo que encuentro detrás de las tornamesas y en www.lapelanga.com.
En el tiempo que me queda juego mucho fútbol, trato (sin lograrlo muy bien) de tocar la marimba, leo mucho, y me voy con May-Li a visitar el Pacífico californiano, que tengo la suerte de tener aquí al lado.

¿Piensa seguir investigando sobre el mismo tema con el cual se ganó el Premio? ¿Qué otros temas le interesan?

Sí, ya llevo como 15 años estudiando las matroides; cada vez las entiendo un poquito más, y cada vez me parecen más fascinantes. (Y cada vez me gusta menos el nombre que les pusieron.)
Tengo otro proyecto hace varios años donde tratamos de entender cómo mover robots de manera óptima, usando la geometría de altas dimensiones. Mis trabajos más aplicados siempre han nacido de mis ideas más teóricas, y esta no es la excepción. Varios años después de trabajar en un problema muy abstracto, entendimos que estas ideas de la matemática pura ofrecen herramientas muy poderosas para mover robots eficientemente.
Este proyecto de robótica ha ayudado a formar a muchos de mis estudiantes en la U. del Valle, Los Andes, San Francisco State University (SFSU), y Berkeley; es un buen ejemplo del trabajo que hacemos en la SFSU-Colombia Combinatorics Initiative, que dirijo hace 8 años. Por eso, desde el punto de vista humano, es un proyecto al que le tengo mucho cariño.

¿Explique, por favor, de manera sencilla de qué se trata lo que investiga y para que le sirve a la humanidad?

La combinatoria es la ciencia de las posibilidades. Una pregunta clásica es: ¿cuántas maneras posibles hay de ordenar una baraja de 52 cartas? La respuesta, 52 x 51 x ... x 2 x 1 = 8.1 x 10^67, es inmensa; no es muy lejana a 10^80, el número estimado de átomos del universo. Si ustedes son de los que no ordenan las cartas antes de guardarlas, pueden estar casi seguros de que el orden en el que están las cartas de su baraja en este momento no ha ocurrido nunca, ¡en ninguna baraja en la historia de la humanidad!. La combinatoria es la herramienta que nos permite explorar y entender la estructura de estos problemas donde el número de posibilidades es enormemente grande.
En la práctica, muchas preguntas importantes tienen un conjunto finito pero inmenso de posibilidades. La combinatoria nos permite analizar esas situaciones; por ejemplo: - ¿Cuál es el costo mínimo de una red de internet que conecte a todas las ciudades de un país? - Si una organización busca contratar empleados para hacer varios trabajos, ¿cuál es la manera óptima de escoger a los candidatos y asignarles sus trabajos respectivos?

¿Cuál es su sugerencia para cualquier gobierno en cuanto a temas de investigación y ciencia?

Creo que la sugerencia es clara: invertir en ciencia básica y aplicada, invertir en educación. Desde un punto de vista económico, la ciencia es una excelente inversión, que casi nunca trae resultados inmediatos, pero que trae retornos enormes a largo plazo. Las potencias económicas no son las que mejor se entrenan para los trabajos de hoy, sino las que se inventan los trabajos de mañana.
Desde el punto de vista social, la ciencia es una herramienta enormemente poderosa que debe estar en las manos de nuestras distintas comunidades; ellas sabrán mejor que nadie como usarla para resolver sus problemas. Construir y cosechar el talento científico de nuestras comunidades es construir y cosechar igualdad.

Si es profesor ¿Cuál es su primera frase al empezar una clase?

Le pido a cada estudiante que comparta una experiencia positiva y una negativa que ha tenido con las matemáticas. (Yo empiezo.) Mucha gente llega tensa a una clase de matemáticas, y mis clases son famosamente retadoras; al principio de cada clase me esfuerzo mucho por construir un ambiente humano, que dé la bienvenida. Con este ejercicio quiero dejar claro que mi salón no tiene estudiantes "buenos" y "malos"; todos tenemos momentos emocionantes y frustrantes. Todos podemos dedicarle el esfuerzo necesario a la clase para sacarle provecho. Todos tenemos algo que podemos contribuir.

¿Qué necesitamos en Colombia para que la ciencia y la investigación sean un quehacer desde la infancia?

Nacemos científicos y la sociedad nos frena la curiosidad. Todo papá o mamá se ha desesperado porque sus hijos no dejan de preguntar ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? Muchos profesores también; hay que aceptarlo. No podemos permitir que la siguiente generación herede nuestro miedo a la ciencia; en esta sociedad cada vez más tecnológica, ellos necesitan la ciencia mucho más que nosotros.
Es fundamental que les demos a los profesores el entrenamiento, los recursos, el espacio, el tiempo, y la remuneración que les permita encontrar maneras de apoyar a sus estudiantes para que expresen su creatividad científica.
También creo que debemos darle más espacio a la divulgación de la ciencia en la esfera pública. En este sentido tenemos que agradecer a la Fundación Alejandro Angel Escobar por su trabajo. Necesitamos menos chismes, menos reinados, (sé que debo decir menos fútbol pero no soy capaz), más contenido.

¿La especialización y la continuidad en un científico son esenciales para llevar a buen fin una investigación?

Los investigadores buscamos entender algo que nadie ha entendido. En los que han sido los temas centrales de la ciencia, es muy difícil encontrar algo así sin especializarse; está difícil descubrir una observación básica que se le haya escapado a Curie o a Einstein. Pero es muy útil mantener una visión amplia de la ciencia. Mis proyectos favoritos casi siempre han resultado de conectar distintas áreas de la ciencia de maneras inesperadas, usando herramientas de una disciplina en otra disciplina donde producen resultados novedosos.
Habiendo dicho eso, hay muchos temas interesantes e importantes que *no* han sido temas centrales de la ciencia, y en los que hay mucho por descubrir. La ciencia está hecha por personas. Nuestra comunidad científica, que históricamente ha sido muy homogénea, probablemente ha hecho ciencia muy homogénea.
Por poner un ejemplo muy concreto, que aprendí del profesor Carlos Bustamante de la U. de Stanford: la ciencia hoy en día entiende mucho mejor la genética de los hombres de origen europeo que la de otros grupos demográficos. No será coincidencia que la mayoría de la investigación genética ha sido hecha por hombres de origen europeo.
Una sociedad tan diversa como la colombiana puede aprovechar la gran variedad de puntos de vista que reúne para hacer ciencia tremendamente novedosa -- como decía Audre Lorde, permitiendo que la diferencia haga su labor.

¿Cuál es su héroe en el mundo de la ciencia?

He tenido la oportunidad de trabajar con gente absolutamente brillante, y es cierto que hay matemáticos con un conocimiento y una creatividad que asustan. Pero no me gusta enfocarme en los héroes; tenemos la tradición de recordar a la primera persona que llega a la cima, y no a las miles de personas que fueron indispensables para que llegara. Me gusta más pensar en esas miles.

¿Qué música escucha?

Esta pregunta sí está muy difícil; he pasado por casi todos los tipos de música. Les cuento de quiénes tengo más discos: Alice Coltrane, John Coltrane, Alejo Durán, Fruko y sus Tesos, Los Gaiteros de San Jacinto, Abdullah Ibrahim, Fela Kuti, Los Hermanos Lebrón, Juancho Polo Valencia, Shleu Shleu.
Por cierto: La ceremonia del premio Alejandro Ángel Escobar me encantó, y me conmovió un montón, pero tengo una queja. Antes de la ceremonia me preguntaron qué música quería que sonara cuando me llamaran al escenario, y no me pusieron a Fela Kuti como pedí.
Es un chiste, claro.

¿La ciencia es arriesgar?

La ciencia es sembrar muchas semillas en un ambiente propicio, con la seguridad de que algunas pocas darán grandes frutos.
En mi opinión, el riesgo más grande de la ciencia es que avance más rápido de lo que las humanidades puedan cuestionarla. El poder que tiene la humanidad hoy en día gracias a la ciencia me emociona y me asusta.

¿Qué es un científico?

Es alguien que no entiende, trata de entender, se confunde más, se frustra, entiende un poquito, se emociona, se da cuenta que entendió mal, se frustra, se confunde más, entiende otro poquito, se emociona, se da cuenta que igual es muy poquito lo que ha entendido, se frustra, se confunde más... y que sabe que al final del día, con paciencia, dedicación, y trabajo duro, entenderá hoy un poquito más de lo que entendía ayer.

¿Qué se ve haciendo dentro de 20 años?

¡Ni idea! Siempre he sido muy malo para planear el futuro.

¿Le gustaría ganarse el Nobel?

Claro que sí, pero va a estar difícil por muchas razones. La más sencilla es que no hay premio Nobel de matemáticas.